Hace poco me encontré una de esas imágenes con frases y mensajes para reflexionar que rezaba así: "Cuántas cosas perdemos por temor a perder." La autonomía personal se basa en la capacidad para salvar los obstáculos que se van presentando a lo largo de la vida y los miedos que nos impiden actuar con libertad. Éstas son algunas de las actitudes que conviene evitar:
1) Miedo o inquietud ante un peligro o escollo. Podemos no ser lo bastante fuertes y capaces para superarlo, podemos salir malparados de la aventura o podemos fracasar.
Frente a este panorama no es de extrañar que nuestro primer impulso sea apelar a la ayuda de un ser más fuerte, capaz y experimentado que nosotros. Esto es exactamente lo que suele hacer un niño... y lo que hace un adulto que no cree tener recursos y espera que sean otros quienes le saquen del atolladero.
2) Pereza ante el esfuerzo que se necesita para resolver el conflicto. Si este estado de abulia va unido con el convencimiento de que los demás están en el mundo para resolver nuestros problemas, seguramente no tendremos ningún inconveniente en declinar en ellos esa responsabilidad aunque no les concierna en absoluto.
Algunas decisiones que nos veamos obligados a tomar para solventar los obstáculos que se nos presentan o, simplemente, para seguir nuestro proceso de maduración pueden no ser del agrado de todo el mundo, pero es importante tener en cuenta que no se puede complacer siempre a todos. Lo malo es que en ese momento nos ataca el (ver siguiente punto)
3) Temor a perder el amor de los demás. Ésta es, sin duda, una difícil encrucijada que, en ocasiones, resolvemos cediendo nuestro propio terreno.
Otra manifestación de autonomía es la capacidad para desarrollar deseos y proyectos propios y llevarlos adelante a partir de nuestro esfuerzo. En estos casos, no obstante, a menudo nos hacemos la pregunta de si tenemos DERECHO a seguir un camino distinto al que nos han trazado. Lo que parecen olvidar las personas que se dejan llevar por las dudas, la abulia, el temor o la inseguridad es que dejar que los demás (o algunas personas en particular) sigan decidiendo y actuando por ellos puede hacer que la vida resulte, al menos aparentemente, más fácil y llevadera. Pero de este modo, están ligando su futuro y su bienestar a los deseos, habilidades y criterios de otras personas que ni siquiera pueden garantizar su presencia permanente y que, además, están a su vez sometidos a sus propias necesidades, limitaciones y esperanzas.
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