Una noche hace algunos años, cuando la mejor amiga de mi hijo Alex era su mamila, nos quedamos como algunas veces lo hacíamos, escuchando música. Yo abrazándolo y el acurrucado, dormido, abrazando a su amiga... disfrutandonos sin decirlo. Todo iba de maravilla hasta que en el repertorio del Estéreo salió la canción de Amor Eterno; una rola que me hacía y algunas veces lo sigue haciendo, entrar en contacto con mi hijo, el que perdimos a tan solo un mes de concebido.
Al correr la canción... la garganta, los ojos y el corazón se encontraron en no se donde, pero me conmovieron a tal grado que parecía que nunca iba a parar de llorar; como si el dolor se hubiera fundido con la ausencia derramándose en la razón; dejando libre al sentimiento para que se expresara sin ninguna limitación...
Y mi niño acurrucado en mi pecho, abrazando su mamila... sin despertarse levantó una mano y empezó a acariciar mi cara; dejando que la presión contenida algunos años se descargara. Parecía decir al acariciarme que todo estaba bien, que su hermanito estaba en buen lugar con el Patrón o tal vez que era el mismo, sólo había tenido que esperar un poco de tiempo para venir con nosotros... no lo se, lo que si se es que con cada caricia sanaba el boquete que había quedado en mi corazón desde su partida.
En otra ocasión poco tiempo después... nos quedamos en la noche platicando de lo rico que es la comida, cuando recordé que en la cocina teníamos los ingredientes necesarios para que probara algo nuevo que sin duda lo sorprendería. Le preparé un taco de chicharrón con aguacate y al probarlo me dijo... mmmmmhhhhh!! cuándo inventaste esto Paaa?? No, la verdad es que yo no lo inventé, estos tacos se inventaron hace mucho tiempo, le contesté sonriendo. Y saboreando cada bocado me dijo...
Deben de ser famosísimos en todo el mundoooo!!!
En fin, ayer en un centro comercial en medio de un puesto de dulces y botanas, me toco ver a una mamá sometiendo a su hijo a la autoridad, enseñándole como debe comportarse; a jalones, a la fuerza, intimidándolo con la mirada y con las manos, heredándole sus miedos y sus limitaciones...
Me pregunto, qué pasará con esa sensibilidad y ese espíritu creativo infantil para entender y disfrutar la vida sin complicar nada, a dónde ira cuando los adultos los asfixiamos con nuestros miedos... por qué permitimos que se esfumen en el aire sin más ni más cuando los hijos van creciendo??
Esa señora y yo, y todos o casi todos, hemos dejado que nuestros hijos pierdan su esencia, los hemos ido moldeando con el molde de nuestra cobardía, nuestros rencores, nuestra apatía y sobre todo nuestros miedos... Haciéndolos repetir formatos que nada tienen que ver con la libertad; una buena educación acompañada de mil prejuicios, a no dejarse de nadie promoviendo la soberbia, un diez en las calificaciones repitiendo cosas sin cuestionar nada, a obedecer las reglas impidiéndoles crear...
Afortunadamente ahora los vientos que soplan la tierra están cargados de sensibilidad llegando a muchos hogares, promoviendo el cambio. Salgamos al campo, convivamos con la Naturaleza, en esos rumbos estos vientos soplan más fuerte, dejemos que el corazón se impregne de ellos y caminemos sin miedo para que nuestros hijos aprendan de ello y crezcan en medio de la libertad!!!