Hace unos meses... hurgando en la nube, me encontré con un post celebrando el día de la blasfemia, según ellos para celebrar la libertad de expresión. Nunca había visto que alguien quisiera celebrar la libertad expresión, agrediendo a los que no piensan como ellos, como si al hacerlo fueran a despertar la consciencia los que piensan diferente.
En esa celebración me he encontrado de todo, cosas como; Judas Judas Judaaas!!! o salgamos a incendiar la iglesia más próxima o me cago en Dios!!!...
Me cuestiono al ver estos trenes de fanatismo y anti fanatismo que vienen en sentido contrario pero en la misma vía, cuál de esas dos cárceles tendrá las reja más maciza? la de la sumisión; donde el miedo a Dios y al castigo eterno son el motor para dejar de promover la Libertad. O la del rechazo; donde el sentimiento no alcanza más que para ver con desprecio todo, incluso el corazón propio... olvidando que la presencia del Patrón la tenemos al alcance de nuestros sentidos en todo momento.
Me ha llevado muchos años entender que la libertad no es amiga de la sumisión, he perdido mucho tiempo en aprender que somos parte de Dios, y que la culpa y el miedo no son amigos de la libertad. Ahora se que soy parte de él, que no hay nada que pueda hacer para separarme ni un segundo, ni un milímetro... se que no soy un accidente del Universo y que no vine a este espacio por un coincidencia desafortunada de quien sabe que...
Tal vez, en esta lucha por tener abiertos los ojos sin complejos sea que la luz de los templos ya no alcanza a llenar mis pupilas, por eso ahora me cuesta tanto trabajo entrar en ellos a rezarle a la sumisión... al castigo. Y no es que no crea que el Señor está ahí, pero prefiero sin menospreciar a la iglesia y sus preceptos; encontrarlo en una buena plática, en la lucha de los negocios por hacer un mejor país o cantando en mi coche rumbo a casa.
Del otro lado... confundiendo el rencor con la libertad, ofendiendo sin ningún sentido, como si el dolor de lo vivido no alcanzara más que para el odio. Atrapados en el resentimiento, siempre con un pretexto en la razón para no dejar que el corazón libere los dolores del alma.
No tiene sentido vivir atrapado, busquemos la libertad lejos de la sumisión y el rechazo, disfrutemos la vida sin complejos y compartámosla con los que están cerca.
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