En las mañanas cuando me dirijo al club, invariablemente me integro a un torrente de coches donde todos nos dirigimos con toda prisa a nuestros lugares de trabajo o de diversión o tal vez a la escuela, siempre a toda prisa. Qué no será que hemos perdido la visión de la carretera y ahora de una manera imperceptible estamos confundidos con el origen del movimiento y en nuestra ceguera nos comportamos con tanta prisa; corriendo sólo por correr, llegando sin llegar, de la mano de la insatisfacción, corriendo con todos para no quedarnos solos, huyendo de nosotros mismos…
Hace poco tuve un sueño en el que la muerte apareció en escena, haciéndome sentir lo frágiles que somos y lo poco conscientes que estamos de ello. Por supuesto que esto sacudió los sentimientos, cuestionándome por todas las cosas que vamos haciendo sin pensar, que nos van dejando a la deriva, perdidos, confundidos entre el miedo y los sueños, preguntándome…