Siempre he sido un fanático de todo lo electrónico y las computadoras no son la excepción, de hecho desde hace unos veinticinco años hemos tenido una computadora en casa. Por supuesto, este gusto ha permeado a mis hijos quienes la han usado desde que eran muy pequeños. Tanto les gustaba que cuando eran niños tuvimos que definir un horario de uso, de manera que cada uno tenía derecho a una hora por las tardes. Los tres, invariablemente, cuando terminaba su tiempo expresaban indignados:
¿PERO SI NO HAN PASADO NI CINCO MINUTOS, POR QUÉ TENGO QUE DEJARLA?
...Un día cuando mis hijos ya cursaban la primaria se me ocurrió preguntarle a mi Alex: ¿cómo te fue en tu examen de computación hijo?
Mal paa, me saqué un seis- contestó
¿Cómo es posible que hayas sacado esa calificación si desde hace años sabes usar la computadora? – lo interrogué completamente sorprendido.
Es muy fácil paa: me preguntaron en el examen ¿qué es un click ? y después ¿ qué es un doble click ? ¡Como voy a contestar esas tonterías... un click es simplemente un click! - y todos soltamos la carcajada.
Mis hijos aprendieron lo que era un click sin pensarlo, sin ataduras, sin complicarse, de una manera natural jugando con el mouse y la computadora. Tan libres que su conocimiento era, sin duda, superior al de su maestro... aunque sólo alcanzara para un seis.
¿En qué estamos pensando los adultos que nos limitamos tanto en la enseñanza? Somos capaces de mutilar la creatividad de niños y jóvenes envueltos en la bandera de la ignorancia, el miedo y la soberbia; atrapados... repitiendo cosas de las que no comprendemos su origen, a merced de los dogmas y las costumbres. Por eso somos capaces de evaluar cosas tan irrelevantes como el famoso click, que no llevan a ningún lado que no sea el estancamiento e implican renunciar a la libertad, a nuestra capacidad de salirnos de libreto para crear... siempre para crear.
Hagámonos promotores del conocimiento libre, el que está al alcance de cualquiera, el que no depende de grados ni reconocimientos, el que flota en el aire, el del razonamiento sin prejuicios ni complejos. Permitamos que nuestros hijos vuelen por si solos, que se equivoquen, que rompan más cosas, que se caigan, que dependan menos de nosotros, impulsémoslos hacia la creatividad con toda la confianza, dejando de lado nuestros miedos. Sin duda se corren riesgos al hacerlos libres, pero se corren más al coartarles su independencia.
Dejemos de buscar títulos que sólo nos envanecen y nos atrapan en la soberbia del reconocimiento, para salir al encuentro del verdadero conocimiento, el que no tiene miedo, el que siempre va de la mano de la libertad.
Dejemos de buscar títulos que sólo nos envanecen y nos atrapan en la soberbia del reconocimiento, para salir al encuentro del verdadero conocimiento, el que no tiene miedo, el que siempre va de la mano de la libertad.
4 comentarios:
Que padre sería que esta vida fuera la cátedra para saber tratar a nuestros hijos, y que la vida nos diera una segunda oportunidad para volver hacerlo.
"Si volviera a vivir, lo que he vivido ya, si pudiera otra vez, el tiempo regresar, con la experiencia que ahora tengo Todo sería felicidad" (estrofa de una canción)
Albert Einstein escribió en alguna ocasión:
"No deja de ser un milagro que los modernos métodos de enseñanza no hayan matado del todo el bendito afán por investigar, pues esta delicada planta además de amor requiere de libertad"
La foto esta bellisisisma
Nuestros hijos están creciendo enmedio de una generación nunca antes vista, en donde los avances tecnológicos son pan de cada día. Es decir, que el conocimiento tecnologico les viene "integrado", y se "actualizan automáticamente", dado el alto contenido de información al que están expuestos.
Sin embargo yo me cuestiono ¿qué tanto exposure tienen a lo mundano, a lo común, a lo simple, a lo que es real y no virtual, a lo que enriquece el alma?
"Es importante ser heroico, ambicioso, productivo, eficiente, creativo y progresivo; pero estas cualidades no alimentan necesariamente el alma. El alma tiene preocupaciones diferentes, de igual valor: tiempo de inactividad para la reflexión, para la conversación y para el ensueño; para admirar la belleza que cautiva y que complace, y que nos vincula con nuestro entorno y con nuestra gente; al ritmo de cualquier animal que descansa, para luego entrar en acción".
--Thomas Moore
Publicar un comentario