24 dic 2009

Nos ha ganado el tiempo...


Hoy he hablado con mis hijos que están fuera de casa y el corazón me ha quedado a flor de piel, sensible hasta con el viento que sopla en la cara, tan sensible que los ojos se mojan a cada momento, al acecho de cualquier cosa que me recuerde su ausencia; un feliz navidad, un te quiero, un eres mi favoritooo!!!

Qué curioso, siempre con tanta prisa que no le damos tiempo al corazón de decir lo que siente, simplemente lo traemos corriendo al ritmo del planeta y no le prestamos atención a lo que quiere decirnos. Ahora, por motivo de la Navidad, el mundo desacelera y yo con él, y… me encuentro con el corazón, para decirme lo que siente por saber que mis hijos están en otro continente, por saber que no los tiene cerca aunque sea sólo para disfrutarlos en silencio.

Ahora… con la calma que estos días nos permiten tener, me siento a escuchar sus palabras y las dejo que se hagan sentimientos, que no se queden guardadas nunca, para decirle a Laura y Luis…


Querido hijo, nos ha ganado el tiempo
y ya no estás más en casa
saliste a jugar con las alas abiertas
y el viento te ha llevado muy lejos
a seguir tus anhelos
a la conquista de tus sueños

explorando en el cielo
caminando sin miedo
amando lo que haces a cada momento
confiando en Dios y en el porvenir

y yo… incrédulo de tu vuelo
asombrado por tanta fortaleza y valentía
sólo consigo levantar la vista
para agradecer este hermoso regalo
de ser parte de este amanecer de esperanza
de este remolino de energía
llamado tu,
querido hijo...nos ha ganado el tiempo


8 dic 2009

¿Qué es un click?


Siempre he sido un fanático de todo lo electrónico y las computadoras no son la excepción, de hecho desde hace unos veinticinco años hemos tenido una computadora en casa. Por supuesto, este gusto ha permeado a mis hijos quienes la han usado desde que eran muy pequeños. Tanto les gustaba que cuando eran niños tuvimos que definir un horario de uso, de manera que cada uno tenía derecho a una hora por las tardes. Los tres, invariablemente, cuando terminaba su tiempo expresaban indignados:

¿PERO SI NO HAN PASADO NI CINCO MINUTOS, POR QUÉ TENGO QUE DEJARLA?

...Un día cuando mis hijos ya cursaban la primaria se me ocurrió preguntarle a mi Alex: ¿cómo te fue en tu examen de computación hijo?

Mal paa, me saqué un seis- contestó

¿Cómo es posible que hayas sacado esa calificación si desde hace años sabes usar la computadora? – lo interrogué completamente sorprendido.

Es muy fácil paa: me preguntaron en el examen ¿qué es un click ? y después ¿ qué es un doble click ? ¡Como voy a contestar esas tonterías... un click es simplemente un click! - y todos soltamos la carcajada.

Mis hijos aprendieron lo que era un click sin pensarlo, sin ataduras, sin complicarse, de una manera natural jugando con el mouse y la computadora. Tan libres que su conocimiento era, sin duda, superior al de su maestro... aunque sólo alcanzara para un seis.

¿En qué estamos pensando los adultos que nos limitamos tanto en la enseñanza? Somos capaces de mutilar la creatividad de niños y jóvenes envueltos en la bandera de la ignorancia, el miedo y la soberbia; atrapados... repitiendo cosas de las que no comprendemos su origen, a merced de los dogmas y las costumbres. Por eso somos capaces de evaluar cosas tan irrelevantes como el famoso click, que no llevan a ningún lado que no sea el estancamiento e implican renunciar a la libertad, a nuestra capacidad de salirnos de libreto para crear... siempre para crear.

Hagámonos promotores del conocimiento libre, el que está al alcance de cualquiera, el que no depende de grados ni reconocimientos, el que flota en el aire, el del razonamiento sin prejuicios ni complejos. Permitamos que nuestros hijos vuelen por si solos, que se equivoquen, que rompan más cosas, que se caigan, que dependan menos de nosotros, impulsémoslos hacia la creatividad con toda la confianza, dejando de lado nuestros miedos. Sin duda se corren riesgos al hacerlos libres, pero se corren más al coartarles su independencia.

Dejemos de buscar títulos que sólo nos envanecen y nos atrapan en la soberbia del reconocimiento, para salir al encuentro del verdadero conocimiento, el que no tiene miedo, el que siempre va de la mano de la libertad.