Repentinamente los vientos de la enfermedad han llegado a nuestras vidas y, como siempre pasa, nos han tomado por sorpresa; mostrándonos lo frágiles que somos, sacudiendo el cuerpo y el alma de quien camina por esta prueba y de todos lo que estamos cerca.
¿Será que este drama nos sacude tan íntimamente porque nuestra fe no alcanza más que para la salud? ¿Será que estamos tan centrados en lo material que seguramente no hemos entendido el verdadero sentido de esta vida, que creemos que permanecer es más importante que fluir, que tener es mejor que disfrutar, que tomar ofrece más que compartir?.
De alguna manera todos hemos pasado por esto, pero... ¡qué fácil es hablar cuando estás sano, lejos del sabor amargo del trance que sólo conocen los que en él están inmersos!, sin embargo, me gustaría que camináramos con esta reflexión:
Para mí, la enfermedad es la manifestación clara y contundente de que el cuerpo se ha desfasado del espíritu y por ello todo en nuestro ser se detiene de golpe pidiendo un respiro, un tiempo para reencontrarnos en el silencio y el dolor: la mejor medicina que conozco para sanar el alma.
¿Qué no será que la enfermedad es la gran oportunidad que nos regala la vida para juntar el corazón y el espíritu, ya que en medio de la incertidumbre, el miedo, el silencio y el dolor, está la ocasión de fundirlos para la paz? ¿Qué no será que nuestras dolencias nos permiten reencontrar el camino de la vida, recuperar el corazón perdido, aunque esto no necesariamente signifique recuperar la salud?
Quizás recuperar la salud no sea lo verdaderamente importante, sino vivir intensamente el paso de la enfermedad por nuestras vidas, ya que su paso nos prepara para volar libres en la tierra o el cielo, para caminar con lo que somos o seremos, tomando de la mano nuestros anhelos y los del cielo, dejando ser a nuestros miedos, fluyendo para la vida, siempre para la vida.
Y los que estamos cerca…, en medio del torbellino, con la guardia baja por tanta fragilidad, queriendo llevar una carga que no es nuestra. En medio de todo esto.. ¡¡¡que ocasión para acompañar en el camino a nuestro ser querido, ofreciendo lo mejor de nosotros, aprendiendo de la vida y las sorpresas que a veces nos ofrece; haciendo amarres de amistad y cariño que permanecerán en nuestro corazón el resto de nuestras vidas!!!.
Más allá de todo esto, de las jeringas y los papeles llenos de estudios, para mí este tiempo de enfermedad es el tiempo de nosotros mismos, tiempo en el que si queremos podemos sanar el espíritu, dejándolo que envuelva al cuerpo y se manifieste con alegría, intensidad y sobre todo ganas de seguir en el camino con toda la fuerza, con…., con….,
¿Qué no será que la enfermedad es la gran oportunidad que nos regala la vida para juntar el corazón y el espíritu, ya que en medio de la incertidumbre, el miedo, el silencio y el dolor, está la ocasión de fundirlos para la paz? ¿Qué no será que nuestras dolencias nos permiten reencontrar el camino de la vida, recuperar el corazón perdido, aunque esto no necesariamente signifique recuperar la salud?
Quizás recuperar la salud no sea lo verdaderamente importante, sino vivir intensamente el paso de la enfermedad por nuestras vidas, ya que su paso nos prepara para volar libres en la tierra o el cielo, para caminar con lo que somos o seremos, tomando de la mano nuestros anhelos y los del cielo, dejando ser a nuestros miedos, fluyendo para la vida, siempre para la vida.
Y los que estamos cerca…, en medio del torbellino, con la guardia baja por tanta fragilidad, queriendo llevar una carga que no es nuestra. En medio de todo esto.. ¡¡¡que ocasión para acompañar en el camino a nuestro ser querido, ofreciendo lo mejor de nosotros, aprendiendo de la vida y las sorpresas que a veces nos ofrece; haciendo amarres de amistad y cariño que permanecerán en nuestro corazón el resto de nuestras vidas!!!.
Más allá de todo esto, de las jeringas y los papeles llenos de estudios, para mí este tiempo de enfermedad es el tiempo de nosotros mismos, tiempo en el que si queremos podemos sanar el espíritu, dejándolo que envuelva al cuerpo y se manifieste con alegría, intensidad y sobre todo ganas de seguir en el camino con toda la fuerza, con…., con….,
¡¡¡¡NOSOTROS MISMOOOS !!!!
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Querido Toño, te deseo que la salud este pronto de vuelta en casa, entretanto recibe un caluroso abrazo y todo mi afecto.